martes, 12 de febrero de 2013

La Digitalis


La Digitalis purpurea.

La Digitalis purpurea es una planta muy característica y abundante en las zonas boscosas y umbrías del término de Santa Ana que nos alegra con sus grandes flores rosas en alargadas espigas en primavera.
Escribo aquí sobre ella no sólo por su belleza sino principalmente por ser esta que nos ocupa una planta conocida desde la antigüedad por sus propiedades medicinales relacionadas con el tratamiento de afecciones cardíacas. Sus nombres comunes son muchos, siendo los más habituales dedalera y digital.



La digital es bianual, se desarrolla en un ciclo de dos años; en el primero, tras germinar, produce únicamente una roseta de hojas basales blanquecinas, pubescentes y sedosas de hasta 10 o 15 cm, mientras que durante el segundo año da lugar a un tallo largo, que puede alcanzar hasta un metro y medio de altura, y en el que se desarrollarán las flores rosadas en forma de campanillas colgantes, formando una especie de espiga compacta. La floración en nuestro entorno se produce entre abril y julio.
Son sus hojas las que se usan por sus virtudes medicinales. Presentan débil olor, aunque característico, y un sabor amargo. La cantidad de principios activos que contienen las hojas varía mucho durante todo el día, acumulándose por la tarde  la máxima cantidad,  empezando luego a decrecer, porque la propia planta destruye los principios activos formados. Al amanecer, las hojas carecen total o casi totalmente del principio activo, motivo por el cual la recolección se hace durante las primeras horas de la tarde, y se recolectan las hojas inferiores más sanas y enteras, cuando ya se han empezado a abrir las primeras flores de la planta.
El principio activo de las hojas de la dedalera es una poderosa toxina llamada digitalina, que afecta el funcionamiento cardíaco, empleándose contra la arritmia. Las hojas y otras partes de la planta disponen además de otras dos sustancias, la digitoxina y la digoxina, que la protegen del ataque de depredadores, y la hacen muy venenosa. 
Su toxicidad, unidad a la difícil dosificación por los motivos indicados más arriba, hacen que no sea muy usada en la actualidad.


Es una planta que crece en suelos ricos, profundos y ácidos, por lo cual en el término de Santa Ana se suele ver en las vegas y valles con arbolado abundante, pero nunca en zonas con cal, en concreto se encuentra en el valle de la Presa y en el del Negrillo, los Casares y la Ribera. Es, de hecho, un indicador de la buena calidad y riqueza en nutrientes de los suelos en que medra.

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